sábado, 25 de abril de 2009

Cajón desastre


Cómo son los niños. Amorosos, simpáticos, melosos, pícaros en ocasiones, inocentones, pero todos, todos, tienen algo especial que, con sus palabras, gestos, sonrisas o una simple mirada, consiguen hacer vibrar a los mayores, quienes en un momento dado se hacen como ellos o sea niños. Por eso se suelen llevar tan bien. Hay cierta conexión porque ellos les entienden, tienen paciencia y sobre todo experiencia. Celia tiene ya seis nietos, entre ellos dos gemelos que no tienen desperdicio y digo esto porque lo que no se les ocurra a ellos...Les compara con los famosos personajes de Zipi y Zape, sólo que, en este caso, ambos tienen el mismo color de pelo y su madre los suele vestir de forma diferente para poder distinguirlos, no ella logicamente sino el resto de la gente, pues son como dos gotas de agua.

Viven en una casa de campo y sus mayores distracciones, además de los animales que pululan por el jardín (gallinas, ocas, perros, gatos, un burrito y un cerdo), son los coches, grúas, aviones, las herramientas de trabajo de su padre y cómo no las muñecas de su hermana mayor, a quien traen por la calle de la amargura. Tienen cinco años pero para ellos no existe imposibles. Si las muñecas en cuestión están en la estantería más alta del cuarto de su hermana se las ingenian para cogerlas escalando, si escalando por las estanterias. Vamos que sobran las sillas y los taburetes. Una vez en sus manos comienza la sesión de peluquería y maquillaje. No se limitan a lavarlas el pelo sino que con unas maravillosas tijeras, que sólo Dios sabe de dónde han sacado, dan rienda suelta a su imaginación: fuera flequillos, fuera melenas y rizos. Y claro, la muñeca en cuestión se convierte en una punki de mucho cuidado. Y luego llega la sesión de maquillaje para ponerla a punto: Unos ojos que ni los de Alaska, unos morritos que se parecen a los de Esther Cañadas y unos coloretes como punto final que la hacen irreconocible. Son sus novias, dicen los angelitos con una cara que no sabes si echarles la bronca o dar media vuelta y reirte a sus espaldas, claro. Su hermana pone en grito en el cielo, ya no sabe qué hacer con ellos puesto que en más de una ocasión sus muñecas favoritas han acabado en el cubo de la basura. Ni la prima de Celia, Matonkiki, hacía tales barrabasadas.

Lo peor son los aprietos en que a veces ponen a su madre, como aquella en que viajaban en un autobús y en una parada subió una joven que debía tener numerosos encantos, pues ambos pusieron los ojos en ella y además de ensalzar su belleza empezaron a discutir si era la novia de uno o de otro. Si uno la quería para él, el otro no se quedaba rezagado. El caso es que la discusión fue elevándose de tono hasta el punto de que se convirtieron en el hazmerreir de los viajeros, mientras que la madre, colorada como un pimiento, no sabía si meterse debajo del asiento o bajarse en la próxima parada. Y es que los niños son terribles: ¿se imaginan dos mocosos disputándose una chica en un transporte público?. Niños, pero al fin y al cabo con gracia.

5 comentarios:

Matonkiki dijo...

qué pasa que aqui nadie se adjudica la personalidad de la matonkikí??? Mira que estoy hasta el kiki (con perdón) de que me preceda mi mala fama...Comparada conmigo...estos dos...unos angelitos!!

circe dijo...

Anda, la Kiki se nos ha colado también!!!...Oye y nunca te has plateado un crucero con tus 6 nietos?????...jeje...ahí en alta mar....suena bien,eh??

celia dijo...

Matonkiki desearía conocerte para establecer comparaciones y saber a qué atenerme. Dos angelitos, si, pero sin alas

celia dijo...

Me parece que Circe quiere acabar con Celia. Si me pgas el crucero igual hago ese favor a sus respectivas madres. Condición: sólo pueden apuntarse los que sepan nadar y no se mareen en alta mar, aunque cabe la posibuilidad de que la que acabe mareada sea la abuelita. En cualquier caso ya les apuntaremos a las diversas actividades y que aprendan sobre todo a bailar salsa, merengue y lo que se tercie. Y cuando pisemos tierra alpargatas, agua y hacer camino.

Carlota dijo...

aquí la mamá de los dos angelitos... lo del crucero me parece una excelente idea, y mientras que Celia nos pague uno a sus hijas :P, en otro barco, claro.. y de Zipi y Zape, se podría escribir un libro, pero de momento que siga la abuela ;)... besucos.