jueves, 2 de abril de 2009

Haciendo músculo







Marichu y Celia van a clase de Pilates. Los años no pasan en balde y quieren fortalecer los músculos. A Celia se lo recomendó su médico como alternativa a la natación pues no la veía a ella, tan presumida como es, metiendo todos los días la cabeza debajo del agua clorada de la piscina. Adiós peluquería. Imagínense ustedes que desastre y el médico, comprensivo con esta situación tan femenina, dijo: “A Pilates“.

Convenció a su hermana Marichu y ahí que las dos comenzaron dando una clase a la semana para pasar luego a dos. No era cosa de cansar al personal. Lo malo es que como ellas son muy andarinas siempre se meten unos cuatro o cinco kilómetros andando antes de llegar a la clase, que, todo hay que decirlo, es a las ocho de la tarde. No, de la mañana no. No piensen ustedes mal pues, como ya ha quedado bien claro en otros artículos, no son nada madrugadoras. O sea que cuando llegan están hechas unos ‘zorros‘, vamos. Pero en cuento el profesor/a empieza a dar órdenes todos los bostezos se acaban. Menos mal que la base de todos los ejercicios se realizan en una camilla, al menos por ahora. Pero no piensen mal pues no hay cabida para el sueño.

Comenzaron con un profesor, mexicano por cierto, majo, pero la verdad es que no estaba tan al loro de cómo hacían los ejercicios. Luego pasaron a otro, más majo todavía, buena musculatura y que además es de la tierruca. Este ya estaba más atento a todas las posturitas que realizaban, ya que de la buena o mala ejecución de los ejercicios depende que salgas de allí con una sensación de mayor agilidad y fortaleza o que luego te duela por aquí o por allá. Y encima hay que coordinar cada movimiento con la respiración. Ahí es nada.

En resumidas cuentas, que la profesora se pasa toda la clase diciendo: ‘aspirando y espirando’ al tiempo que mueven brazos, piernas, pelvis. La camilla de Celia está enfrente de la de Marichu y a veces, cuando la profesora está de espaldas, se la queda mirando como respira y entonces le entra la risa pues pone una boquita como si estuviera cantando el ‘Only Oyu’. Ríe y piensa: “¿para esto se habrá pintado la boca con esa barra y ese brillo maravilloso que acaba de adquirir y que le ha costado un h..?.”

Pero la apoteosis viene cuando suben las piernas a la barra (ojo están siempre echadas en la camilla) y empiezan a deslizar la camilla para atrás de forma que las piernas se estiran y encogen. Y mientras tanto la profe nos recuerda que mantengamos la postura ‘in Print.’ Y no digamos cuando se hacen con las cuerdas y hay que meter los pies por las argollas. Están de espectáculo circense.

Algunas posturitas tienen ya sus nombres propios traducidos al español o al lenguaje coloquial, ya que si lo dice en inglés o utilizando términos médicos, entonces si que las dos hermanas y el resto de las alumnas se hacen un lío tremendo. Así, existe la postura del ginecólogo o sea abierta de piernas, la de Lina Morgan, pies para adentro o sea a lo zombi, la de puñetazo en la barriga para indicar que hay que meter ésta. La profesora sugirió lo de la Morgan pensanda que dado que casi todas eran de la ‘quinta de…’ tendrían que conocerla por narices.

Dice la profe que ya están bastante preparadas para iniciar la segunda fase. Miedo les da pues han visto cada ejercicio en los carteles tan maravillosos que cuelgan en la sala donde celebran las clases, que a veces piensan que van a ser incapaces de asumir los nuevos cambios. Aunque también es cierto que ejercicios que al principio no eran capaces de hacer, y a Celia sobre todo se le hacia un mundo, ahora lo domina a las mil maravillas.

4 comentarios:

circe dijo...

y lo que no cuentas es cómo desde entonces haces la comidahaciendo el pino y coges el tarro del azúcar con la punta de los pies...qué flexibilidad oyes!!!...

circe dijo...

lo raro es que con esas posturas...no se escape un cuesco de vez en cuando......

celia dijo...

Que conste que hubo dos, pero como soy muy modosita he preferido callarmelo. No te puedes imaginar lo flexible que estoy, menos cuando me levanto de la sila.

Mariquilla Terremoto dijo...

Pero qué marranísimas sois. Muy bueno.