domingo, 20 de diciembre de 2009

A una amiga


Vi sus ojos brillar y adiviné a través de ellos un cambio en esa persona. Centelleaban, reían , expresaban felicidad. Era como si todo en ella hubiera cambiado de la noche a la mañana. De nuevo había visto la luz a mitad del camino de su existencia, una esperanza le abría nuevos horizontes, apostaba por algo que creía ya fuera de su alcance: la felicidad.

Atrás habían quedado los momentos amargos, ya que aquel estado de felicidad por el que había apostado hacía tiempo se había traducido en muchos sinsabores. Fueron años de tristeza, de angustia, de añoranza por una meta que se había propuesto y que no llego a conseguir. Bien es cierto que hubo momentos buenos pero primaron también los malos hasta el punto de que llegó un momento en que tuvo que decir: “No puedo más. Adiós”.

Sin duda fue una decisión muy dura. Nunca anteriormente se lo planteó ni quería eso para los suyos y para ella. Pero quiso sobre todo ser persona, dignificarse como tal, acabar con esa situación que no llegaba a ninguna parte, que no tenía ya solución. Sé que fue un paso difícil pero aquellos ojos, que por primera vez se habían fijado en aquel ‘príncipe azul’, habían dejado de brillar hacía tiempo, habían perdido la ilusión por la vida. Estaba totalmente desmotivada, deprimida y ello se dejaba traslucir en la pérdida de esa mirada viva, pícara y feliz que en otro tiempo tuvo.

Las cosas a veces no salen como uno quiere y este caso ha sido uno más de los múltiples que constantemente vemos a nuestro alrededor. Me imagino que debe ser muy duro ‘aparcar’ esa etapa de una vida, tan importante por otro lado, pero por encima de todo estaba su felicidad y la de los suyos. Por eso, la última vez que vi la expresión de sus ojos pensé que sólo otra persona podría haber realizado ese milagro.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Gritos en la noche



Celia llama por teléfono a su amiga María para contarle una anécdota que acaba de leer. No tiene desperdicio, dice, y tiene su miga.
-Cuenta, cuenta, que viniendo de ti me espero lo peor.
-Solo una pregunta: ¿tú chillas mucho?.
-A qué viene eso? Ya me está oliendo a chamusquina.
-Pues atenta porque por lo visto un matrimonio británico ha reconocido ante un tribunal su culpabilidad al incumplir el ‘toque de queda‘. Y no es que su ciudad esté en guerra ni mucho menos, aunque algo hay entre los vecinos, que hartos ya de sus escandalosos gemidos durante los coitos cuando ambos hacen el amor, llevaron el caso a los tribunales hace ya unos años. Pero es que la historia vuelve ahora a repetirse.

“Tal era la euforia de la pareja en tan glorioso momento que los gemidos alcanzaban los 47 decibelios. ¡Ahí es nada!. En aquel entonces se les impuso una multa de 200 libras y una orden de silencio tras las quejas presentadas por 25 vecinos, quienes requirieron la intervención policial“.
La cosa tiene su gracia, dice Celia, porque “la responsable de Salud del Ayuntamiento en cuestión llegó incluso a instalar un sofisticado equipo de sonido en las casas de los vecinos más cercanos“. ¿Se imaginan a los jueces de la sala oyendo luego la grabación de los gemidos durante los coitos de la susodicha pareja?.

Como resultado de todo ello, “marido y mujer cambiaron sus sesiones de sexo de la noche a la mañana. Lo que no especifica la noticia es si aumentó la audición con dicho cambio. Ella trató de poner todos los medios posibles para intentar dejar de gritar, pero como le era imposible cayó en una depresión de caballo y se amparó además en la bebida. En otras ocasiones dice que se ponía la almohada sobre la cara, pero como es lógico esa solución no le proporcionaba el disfrute de tal situación y entonces comenzaba a llorar. A la vista de su estado, el marido la dijo que se dejara de gaitas, que hiciera ruido y lo que le viniera en gana“.

Por su parte, la defensa de la pareja ha argumentado que perseguir los gemidos va en contra del artículo 8 de la Ley de Derechos Humanos de Reino Unido, que protege el derecho al respeto por la vida íntima y familiar. ¡Toma ya!.”

-¿Qué te ha parecido?
-Sin comentarios, chica, pero gracia la tiene

martes, 8 de diciembre de 2009

Luces e ilusiones


Miles de bombillas de diversos colores iluminan la ciudad, lo que invita a la gente a salir a pasear. Padres con sus hijos pequeños, jóvenes y mayores ‘patean’ las calles haciendo casi imposible su tránsito. El buen tiempo, las temperaturas, altas para esta época del año, ha contribuido a que de nuevo las terrazas de las cafeterías estén como en pleno verano, o sea a tope.

Sin duda hay gente para todo, pero ‘haciendo camino’ por unas y otras calles contemplamos la infinidad de colas de gente que hay para las cosas más contradictorias: Colas para patinar en la pista de hielo, colas para comprar castañas, colas para comprar helados, colas para comprar perritos calientes, colas pasa sacar las entradas del cine. Y claro, como es fiesta, también nos hemos encontrado con colas en las farmacias de guardia, colas en las paradas de los autobuses y en la de los taxis. Vamos que si nos descuidamos hay que pedir permiso hasta para entrar en las cafeterías. ¡Qué mareo, por favor!.

La gente vive ya el prólogo de las deseadas fiestas navideñas, tan temidas a su vez por otros, y se acercan también a los mercadillos instalados en estas fechas, donde uno puede adquirir pañuelos y más pañuelos, bufandas, fulares y bisutería. Todo se repite con algunas diferencias. También hay juguetes imitando los antiguos de hojalata. Los niños, acostumbrados a manejar coches, aviones o barquitos con el mando a distancia, se quedan atónitos cuando ven como el dueño del establecimiento en cuestión da cuerda al juguete de turno con una llave ya en desuso en estos tiempos que corren. Pero, sin duda, todo tiene su encanto.

lunes, 7 de diciembre de 2009

¡Viva la Navidad!



Llega la Navidad y un año más nuestras calles se llenan de luces, guirnaldas y otros ornamentos que nos recuerdan la celebración de una de las festividades más queridas del cristianismo: el nacimiento del Niño Jesús.
Es sin duda una de las épocas del año en que todos procuran ofrecer a sus familiares y amigos en la mesa los mejores manjares: buenos pescados, mariscos, lechazos y cochinillos, aderezados todos ellos con buenos caldos del país o extranjeros y, para finalizar, que no falten los turrones y otros dulces típicos de estas fechas. Y como no, todo ello rociado con el cava. En fin, que la paga y un poco más se va en las comidas y cenas y eso sin contar con los regalos que se intercambian unos y otros procurando complacer los deseos de niños y mayores. Mientras, en otros hogares, las perspectivas son muy diferentes.

Celia y María comentaban hace unos días cómo ha cambiado en los últimos tiempos la celebración de la Navidad. A saber:
1ª- Antes se recibían en casa numerosas tarjetas de felicitación que se colgaban en la pared o se ponían encima de una mesita o mueble de la sala. Ahora las felicitaciones vienen por correo electrónico a través del ordenador. Imposible colgarlas a menos que saques una copia de impresora. Pero, ¡qué pena no poder contemplar los maravillosos dibujos de Ferrandiz o las reproducciones de nuestros pintores más famosos!.
2º- ¿En cuántas casas se escuchan cantar villancicos, que los niños acompañaban con panderetas y zambombas?.
3º- Y la Misa de Gallo a las doce de la noche?. Ahora como mucho las familias están todavía con los brindis.
4º- Cada vez oyes más voces en cualquier lugar de la calle que muestran su hastío por las fiestas. Es frecuente oír : “Estoy harta de cocinar para tantos”, “Esto no hay quien lo aguante“, “No me gusta la Navidad”, “Cuándo pasarán estas fiestas”, “No hacemos más que gastar dinero” y un largo etc.

María dice a su amiga que no entiende esa postura, sobre todo porque celebramos uno de los acontecimientos más importantes, que ha marcado un antes y un después en nuestra era.
-Hasta ahí de acuerdo, dice Celia, ¿pero qué me dices de esas comidas o cenas de empresas, políticos y otras jerarquías de las altas instancias?. Eso si que me parece un despilfarro. Hoy un yerno mío me ha dicho que tiene seis cenas ya comprometidas. Vamos que no hay bolsillo que lo aguante. ¿Me quieres decir además qué celebran con esas comidas?. Porque no creo que se pongan a rezar o a cantar villancicos.
-La cuestión es comer y beber bien, ya que en el fondo lo que menos piensan es en lo que se celebra.

-Y los regalitos, ¿qué me dices de los regalitos que se intercambian?, espeta Celia quien añade que con el dinero de lo que se invierte en ellos se podría dar de comer a unas cuantas familias durante un mes o solucionar tantos y tantos problemas que padece nuestra sociedad como consecuencia de la crisis económica.
-Tienes toda la razón, recalca María, porque además muchos de los que protestan por tanto consumismo y frialdad son luego los que más derrochan. Hay mucha hipocresía de por medio. Y yo les diría a los que les traiga al pairo esta fiesta que se abstengan. Pero claro ¿quién es el guapo que les dice a sus niños que no van a tener Reyes Magos ni un belén en su casa ni adornos, aunque sean los mínimos, ni una buena cena?. Ojo, que luego vienen las comparaciones en el ‘cole’.