miércoles, 28 de julio de 2010

Notas romanticas


Estaba embelesado mirando a su mujer mientras ésta tocaba el piano ante un auditorio totalmente entregado a las interpretaciones de Chopin y de Schuman. Sus dedos recorrían con una habilidad increíble las teclas blancas y negras, negras y blancas, sin apenas depositar la vista en ellas. No había partituras. Sus ojos estaban prácticamente cerrados; a veces miraban hacia el infinito a la vez que movía la cabeza siguiendo el ritmo de los preludios o de las sonatas. Daba la impresión de que por su cabeza desfilaban miles de historias, paisajes, amores, sueños. Dedos y cabeza se movían al unísono, seguían unas notas plagadas de ensoñaciones, de romanticismo y, en ocasiones, alzaba una mano con lentitud para luego depositar de nuevo sus dedos en el teclado.

De vez en cuando dirigía, de reojo, su mirada hacia aquel hombre que, sentado en la primera fila, no se perdía ni una sola nota ni movimiento de su amada, que vibraba a cada instante cada vez que rozaba con mayor o menor fuerza cada una de las teclas.

Celia observaba a uno y otro intentando descifrar los pensamientos que pasarían por aquellas cabezas. ¿Qué estaría pensando él?. Sin duda todos sus sentidos estaban pendientes de aquella mujer a la que amaba, según dedujo Celia, por la forma de mirarla, de escucharla, absorto por cada uno de sus movimientos, seguro de que aquellos dedos no le defraudarían hasta el final del concierto. Y así fue como Marisa Blanes logró un éxito más entre el numeroso y entregado auditorio, que con sus aplausos reconoció a esta gran pianista nacida en la alicantina ciudad de Alcoy.