martes, 19 de mayo de 2009

A volar


Cómo somos las personas. La quinta y todavía no me he acostumbrado. Está visto que no hay remedio para estas cosas. A veces estamos deseando que alcen el vuelo ya e inicien su andadura como los pájaros cuando abandonan el nido y extienden sus pequeñas alas para volar y volar. Pero cuando llega ese momento sientes como si te arrancaran una parte muy importante de tu ser, porque alguien que ha convivido contigo tanto tiempo, con el paso de los años se convierte en la persona en que confías, en quien te apoyas. Es tu brazo derecho, tu pupila. Sabe consolarte en los momentos bajos, darte un abrazo cuando lo necesitas, escuchar tus sinsabores cotidianos o tus alegrías.

Pero siempre hay un día en la vida de toda persona que puede hacer cambiar por completo los esquemas de quienes viven alrededor. Reflexionas y llegas a la conclusión de que eso es lo normal, de que lo estabas deseando por su felicidad y su futuro. ¡Ya es hora de que abra las alas y emprenda su caminar!, te dices. Pero, ¡oh, oh!, siempre surgen los peros, las dudas, los temores; quieres lo mejor para ellos y te dolería enormemente que la hicieran daño, que no se cumplan aquellos objetivos que sueñas para los tuyos. Penas las hay, piensas, pero que sean las menos.

Una llamada de teléfono te pone en alerta, nerviosa. Callas porque no tienes derecho a inmiscuirte en su vida. Alguien habla al otro lado del hilo telefónico, es una voz masculina. Sonríe, quedan y a los pocos minutos abandona el sofá donde ha permanecido sentada a mi lado para salir por la puerta con la chaqueta y el bolso en la mano, no sin antes despedirse con un beso y un adiós.

La alegría se entremezcla con cierto sentimiento de angustia y una lágrima tonta surca de tus ojos. Por fin había llegado el momento de una cita. No era la primera vez y sin embargo, en esta ocasión, me cogió desprevenida: serán los años, digo yo. Lo curioso es que no podía olvidarla; la estancia, la manta que abrigaba su cuerpo, mantenían aún el olor de su perfume, al que permanece fiel desde hace años.

2 comentarios:

circe dijo...

queriada celia, me has emocionado con esto que relatas.no pasa nada si te ha pillado desprevenida pero esa persona que dices, por muchas veces que se levante de ese sofá, siempre va a volver.Pero vamos, que como nada es para siempre ni todo es definitivo, no son más que momentos de toda una vida. Así que no adelantes acontecimientos. Alégrate por ella que eso son cosas buenas, no lo pases mal porque ella sabrá de sobra que de los errores también se aprende.Y no te preocupes que siempre sabrá que la menta sigue esperándola en ese sofá...Pero vamos, que por lo que dices...no es ninguna tragedia,eh??? un beso fuerte

celia dijo...

Gracias por tus palabras, Circe, que me sirven de aliento y mejoran mi estado de ánimo. Trataré de no ser tan sensi....