viernes, 15 de mayo de 2009

Esos sutiles humos



Manolito, Manolito, qué tendrán tus barritas de incienso, que aquí vienen María y Celia en busca de placeres y sensuales humos.
De nuevo, las dos amigas acuden a la tienda que Manolito ha puesto en el barrio hace más de dos años para comprar el maravilloso incienso que tanto mola a una y otra.


-¡No me lo puedo creer!, dice atónito Manolito, nada más verlas entrar por la puerta, quien es ese momento está acompañado de su pareja. Se llama Estefanía, es muy simpática, alegre y siempre está con la sonrisa en la boca y se desvive por atender a su clientela, que es muy variopinta.
-¿Es posible que ya hayais 'esnifado' los que comprasteis hace unos días?, exclama Manolito. Vais por muy mal camino; me parece que lo vuestro es puro vicio.
-Es que es tan, tan. No sé como calificarlo, asegura María, pero tienes toda la razón de que lo mío es ya un auténtico vicio y de los duros, porque me relaja, me hace sentir bien... Además, mira, es una disculpa pare venir a verte y charlar un rato.


Celia ratifica las palabras de su amiga y asegura que todas las tardes cuando se pone delante de la pantalla tiene que tener encendido un palito y si es ese de color teja, ya es el sumun, el no va más.
-¿Te refieres a ese que dicen que huele a hombre?.
-No sé si olerá a hombre o a qué, dice Celia, pero es magnifico, tiene un olor que despierta tu sensualidad y si encima tienes algo de música puesta, así en plan relajante e insinuante, no te quiero ni contar.
El caso es que María y Celia ya se han puesto de acuerdo para bautizar a esas barritas de incienso con el nombre de 'amor de hombre'.


Manolito teme a ambas mujeres cada vez que aparecen por la tienda. Y no es para menos pues entre una y otra arrasan con las existencias del 'amor de hombre', que al perecer tiene bastante éxito, y prueba de ello es que en la tienda ya no queda nada de nada para desencanto de las dos amigas.
El hombre está preocupado por no poder atender a sus amigas como él quisiera, pero es entonces cuando por medio de su palabrería y sus buenos dotes comerciales comienza la sesión. Saca una cajita y luego otra y otra y otra y las pone encima del mostrador. El producto es similar, de la misma casa, del mismo país (Japón) pero pena, penita, pena, ya no huelen a 'amor de hombre'. Unas son de lavanda, otras de jazmin, canela, té verde (denominación del té que ya aparece en las colonias, cremas, champús y ahora en el incienso. Hay sobre la mesa hasta diez o doce cajitas, preciosas, hechas con el esmero y el diseño de los japoneses que en ese arte son inigualables.
María y Celia huelen aquí y allá.


Llega un momento en que están ya casi mareadas de tantos efluvios, que confunden unos aromas con otros. Vamos igualito, igualito que lo que te ocurre cuando vas a una perfumería a probar nuevos aromas, y lo malo es que al final todos te parecen similares y tienes la sensación de que las narines te huelen ya a esos potingues tan sutiles.


Pero María quiere saber cuando llegan sus favoritos y vuelve a la carga con Manolito, quien no sabe ya qué hacer para que sustituyan el 'amor de hombre' por otras barritas igual de maravillosas. Y claro, como no pueden pasar sin ellas pues pican y al final se llevan su estupendo paquetito tan felices, atado con un lazo y todo. Y es que Manolito es muy detallista; está en todo. Y no digamos cuando se trata de algo más especial que unas simples barritas de incienso. Vale, vale, no son simples, son maravillosas.

2 comentarios:

circe dijo...

ay madre, barritas con color insinuante y sensual?, olor a "amor de hombre"?....Pero de verdad son barritas de incienso? seguro que no os las fumais???? Empiezo a preocuparme.Ahora entiendo esa atmósfera parecida a los dias de niebla de Londres cada vez que entro en la habitación del ordenador....espero que no tenga que ver con esos ojos rojos y esa sonrisa tonta...qué peligro!!!

Anónimo dijo...

Chica,leyendo y leyendo,me ha entrado el mono y he encendido yo también una. Pero no conozco yo esas tan famosas de "amor de hombre...". La mia es de rosa y es china. Estos orientales...Me miraré luego al espejo a ver si también se me pone la sonrisa tonta,como dice Circe.