domingo, 10 de mayo de 2009

Esos pequeños intelectuales



Benita, esa maravillosa mujer que tanto cuida y mima a Cuchifritín, ya es abuela de nada menos que de diez retoños. La buena de Benita, que ha tenido cinco hijos al igual que Celia, llamó ayer por teléfono a su querida niña Celia, porque Celia será siempre su niña, para hablarla de sus cosas, de esas miles de tonterías de sus nietos que tanto placer la proporcionan y por los que está chocha perdida. Contaba que estando allá por la zona del Bierzo, donde vive una de sus hijas con sus tres retoños y su marido, por supuesto, fue un día a visitarla su nieto mayor.

Diego, a sus cinco años, ya iba al colegio y además del castellano estudiaba la gramática inglesa y la gallega, por aquello de que el Bierzo limita con la citada comunidad. El chiquillo, niño encantador donde los haya, llegó eufórico a casa de su abuela Benita y se puso a contarle las últimas novedades del cole.
-Abuela, hoy me han enseñado a decir 'adiós' en gallego. ¿Tú sabes cómo se dice?
-No hijo, repuso Benita muy digna a la espera de que su nieto le desvelara tal incógnita.
-Pues se dice 'good bye'.
-Hijo, me parece que estás aprendiendo demasiado rápido, le contestó.

Estos niños que inteligentes son, se decía para sí doña Benita, quien no pudo evitar una sonrisa por el error de su nieto. Póbrecito, pensaría la abuela; esto de aprender tres idiomas a la vez con cinco años debe ser muy, pero que muy duro.

Celia cuenta también alguna anécdota de los suyos a Benita. Le dice que tiene también una nieta que es muy intelectual. Siempre le ha gustado mucho la lectura y es una devoradora de libros. Tendría la misma edad que Diego, cuando un día paseando con su madre por la ciudad, se pararon ante un escaparate que exponía numerosas láminas para enmarcar, y cuadros.
A ella le llamó la atención una obra de arte abstracto. No comprendiendo aquellos brochazos irregulares que iban de derecha a izquierda y de arriba a abajo, sin ton ni son, no se le ocurrió otra cosa que decir a su madre: “que chapuza”. Palabras textuales.
La niña, a quien su madre trataba de explicar el sentido de aquellas manifestaciones artísticas del pintor en cuestión, adujo que cuando su profesora le daba una hoja con un dibujo para colorear, no podían salirse de los márgenes y en aquel lienzo se habían salido y mucho.
Cosas de niños, pero que dentro de sus razonamientos no le faltaba razón: Aquello era una auténtica chapuza. Y si no que venga la profesora a dar su calificación.

4 comentarios:

circe dijo...

que moooono estos niños....hija mia, con tanto nombre ficticio ya me estaba perdiendo...menos mal que ya me habías coontado la historia...La verdad es que habría que apuntar cada una de las anécdotas, comentario u ocurrencias que tienen sobretodo a esa edad...daría para más de un post...besos

celia dijo...

mi fiel Circe, tú siempre animándome. Gracias. La pena es que la mayor fuente de esas anécdotas tan maravillosas están precisamente un poco lejos y las madres poco comunicativas en ese aspecto. Daría hasta para un libro. Gracias de nuevo y besos.

Anónimo dijo...

¿He dicho yo eso? Pero eso sí ahora no pienso eso ya que el abstracto es el arte que mejor se me da...

celia dijo...

Mi queerida anónima han pasado ocho años y durante ese tiempo has madurado. Es lo que te ha pasado a tí, que tu percepción de las chapucillas ha variado enormemente. espero conocer esa faceta tuya y que me la hagas llegar de alguna forma