miércoles, 24 de febrero de 2010

Tarde musical


Es una tarde de invierno. Celia oye caer la lluvia con intensidad en el exterior de su casa y una pereza inmensa la invade hasta el punto de que descarta la idea de salir de paseo como hace todos los días para mantenerse en forma. Sólo una tormenta la impediría poner los pies en el asfalto, pues dice que bien abrigada, con unas buenas botas, guantes, bufanda y el paraguas todo se puede superar, pero los rayos y los ruiditos de marras como que no. Es algo que no puede superar y, a ser posible, prefiere que estos caigan cuando está durmiendo para así poder taparse hasta la coronilla. Es miedosa, lo reconoce.

Recuerda a este respecto la gran tormenta que les cayó encima a su marido, a unos amigos y a ella cuando llegaron a la capital tailandesa de Bangkok y deambulaban por las calles en busca de un restaurante cerca de la orilla del río. Parecía que el cielo se iba a caer encima, nunca en su vida había oído unos truenos tan espantosos. La tromba de agua hizo crecer en pocos minutos el río, cuya corriente bajada a gran velocidad arrastrando ramas de árboles y lo que barriera por las orillas. No duró más de un cuarto de hora, pero ¡qué cuarto de hora!. Celia cerró los ojos, se tapó los oídos y no quiso saber nada de nada. La gente que estaba a su alrededor la miraba estupefacta; no comprendía que una persona hecha y derecha tuviese miedo de una tormenta que los nativos consideraban como la cosa más natural del mundo. Lo malo era que todos los días caía alguna tromba a diferentes horas de la jornada, pero ninguna fue como la del primer día. Vamos, que para recuerdo bastaba con una.

Celia no sabe por qué ha venido esto a cuento, pero hace borrón y cuenta nueva y decide oír un poco de música. Ahora empieza la duda ¿Qué poner? Hoy tiene una tarde retro y pone un disco de Salvatore Adamo: Cae la nieve, Un mechón de tus cabellos, Tu nombre, La noche…Cuántos recuerdos en unos pocos minutos: recuerdos de juventud, recuerdos de guateques, recuerdos de un baile agarrado, recuerdos de una playa frente al mar, recuerdos junto al primer amor, recuerdos junto a tus amigas cantando esas canciones tan románticas y acompañadas de una guitarra.

Y de ahí pasas a otros tan dispares como Eddie Piaf, Mireille Mathieu, Gilbert Becaud, Jacques Brel, The Beatles, y no podía faltar el famoso Dúo Dinámico que tanto embelesó a las quinceañeras de los años sesenta con aquellas canciones a veces moviditas y alegres y otras tristes o románticas. ¿Quién no ha cantado o bailado a su ritmo?. Sus numerosas fans todavía siguen moviéndose impacientemente cuando aparecen en algún programa de la pequeña pantalla. Y es que Manolo y Ramón dejaron huella y si no que se lo digan a ‘Mariquilla Terremoto‘, quien no paró hasta conseguir un autógrafo que firmaron en uno de sus discos. Aquello era pasión.

4 comentarios:

Mariquilla Terremoto dijo...

Aquello era locura. Tú no sabes que : además de saberme y bailar todas sus canciones, de estar como una cabra por Ramón....Una vez estando interna en el cole, al enterarme de que iban a venir a dar un concierto en mi ciudad; les escribí una carta diciéndoles si podrian pasar por el cole (como la tuna),para darnos un recital.....Como estaba de loca. Por supuesto no aparecieron.Pero que conste que conseguí (algún año más tarde),ir a verlos en directo y también me firmaron 3 discos. Los guardo como oro en paño. ¡Qué tiempos aquellos.....!

circe dijo...

espero que Ramón fuera el alto....Es lo bueno qque tiene la música...que nos evoca recuerdos y. como has podido comprao
bar, los gustos se transmiten de generación en generación....
Para el próximo pos, nos cuentas todos esos recuerdos que te evocan las canciones de Adamo......guateques? baile agarrao? pero....cómo de agarrao??, playa frente al mar????.....

celia dijo...

Mariquilla Terremoto que loquilla estabas. Lo que no has contado es con quien bailabas esas canciones pues algunas requieren pareja ¿o no?. Te imaginas a todas las monjas bailando a su ritmo. Anda que lo que no se te ocurra a tí.

celia dijo...

Circe cómo dudas de que Ramón fuera el alto, el más majete, el de la guitarra? Vamos que se las llevaba a todas de calle.
La segunda aprte tiene verdades y mentirijillas a medias. Tú ya sabes. Hay que darle un poco de morbo al asunto.