martes, 9 de febrero de 2010

San Valentín y los diez mandamientos


El domingo es el ‘Día de San Valentín‘, fecha en que se celebra el ‘día de los enamorados‘. ¡Ahí es nada!. Muchas personas ‘pasan’ de ese día al que estiman como puramente comercial, un sacaperras; a otros, sin embargo, les encanta festejar esa fecha con alguna que otra comida de rigor en un lugar romántico o bien regalando el clásico ramo de flores, la caja de bombones y los más generosos con una joya o la tan traída y llevada medallita en la que se ha grabado ese lema tan emocionante de “hoy te quiero más de ayer pero menos que mañana”. ¿Y el resto de los trescientos sesenta y cinco días del año? ¿No hay recordatorio?.

¿Es que hay que estar recordándonos todos los años que ese amor que surgió un día no ha muerto?. ¿No sería más lógico tenerlo presente en esa convivencia del día a día por muchos contratiempos que hayan podido surgir durante la misma?. Mientras que para unos puede haber sido motivo de acercamiento, para otros puede haber sido la gota que ha colmado el vaso y ha desembocado en una ruptura o distanciamiento.

¿Qué quieres amor? La pregunta a veces llega, otras no. Te quedas indeciso no sabes qué responder, aunque en el fondo surgen miles de réplicas pero curiosamente ninguna de ellas se basa en cosas materiales. Son nada más y nada menos que ‘ilusiones‘.
Me gustaría que tu primer saludo de la mañana fuese acompañado de un beso.
Me gustaría que tus pensamientos y los míos corrieran al unísono.
Me gustaría que tu sonrisa iluminara cada hora del día.
Me gustaría que tu mano entrelazara la mía y conociese cada una de mis venas.
Me gustaría que cuando llegases a casa de tu trabajo y me sorprendieses en la cocina me tomaras por la cintura y me susurraras palabras bonitas.
Me gustaría que me conocieras lo suficiente para saber cuál es mi perfume o mis libros favoritos.
Me gustaría recibir de tus manos una simple caricia.
Me gustaría verte entrar en casa con un simple ramo de flores, aunque sean margaritas.
Me gustarías que tú compraras algunos de los obsequios con que me dispensas.
Me gustaría, en definitiva, oír de tu boca la palabra “te quiero”.
Me han salido diez, como los mandamientos. Con eso me conformaría y lo mejor de todo es que no cuesta dinero. Es gratis. No es mucho pedir y sin embargo cómo les cuesta.

2 comentarios:

circe dijo...

Qué bonito!!!! tanto y tan poco cuesta....Me ha gustado mucho...No sé que más decir....De vez en cuando habría que hacerles como a San Cucufato (a algunos, ya sabes) para que no se olviden....
Ah! por cierto: Anselmo es el nombre del electricista
Y omo los "te quieros" se cotizan caros...pues: te quiero...hala...hhsta luego

celia dijo...

Gracias Circe, yo también te quiero un poquito, tú ya sabes. En cualquier caso y como bien sabes hay cosas que no tienen remedio.