domingo, 6 de febrero de 2011

Bolsos para andar


Que una persona entre en un comercio del calzado y pida unos zapatos para andar puede extrañar pero tiene su lógica sobre todo en estos tiempos en que los médicos recomiendan hacer ese ejercicio a todo el mundo. Es bueno para mantenerse en forma, para que trabajen los músculos, el corazón, para mantener el colesterol en sus niveles más adecuados, para los diabéticos. En fin que es bueno hasta para no encerrarse en casa delante del televisor y quedarse medio lelo de tanta ‘tele basura‘.

Pero lo más curioso es que hace escasos días y estando Celia en una tienda de regalos, entró una señora y dijo que quería un bolso para andar. ¡Toma ya!. Dicha señora describió el modelo ideal para realizar ese ejercicio, a saber: que fuera pequeño y que se pudiera llevar cruzado. Argumentaba la susodicha que, de esta forma, podía meter en el mismo las tres o cuatro cosas imprescindibles y así llevar las manos libres y no tendría, además, que soportar el peso de algunos bolsos que a veces por grandes se hace insoportable.

Celia se quedó mirando a la señora y pensando, pensando llegó a la conclusión de que a aquella persona no le faltaba razón. Porque ahora el diseño de los bolsos por lo general es más bien grande y cuanto más grandes dicen que más bonitos. Cuando te los pruebas en la tienda, colgándolos en el hombro o en el antebrazo te miras una y otra vez en el espejo, das veinte mil vueltas y dices: ¡Precioso, que bonito, que maravilla!. Te lo llevas a casa y el día del estreno es apoteósico. Me explico: metes las llaves, los pañuelos, el monedero, el tabaco, si fumas, el móvil, el paraguas por si llueve a no ser que haga un sol espléndido, la barra de labios y toda esa serie de artilugios que llevamos las mujeres. El caso es que cuando lo colgamos en el hombro este te desnivela con respecto al otro hombro. O sea pareces una persona deforme, vas torcida. Tratas de superar ese maltrecho cuerpo que se te ha quedado subiendo el hombro, pero entonces es peor el remedio que la enfermedad.

Mariquilla terremoto, la hermana de Celia, siempre dice: ¡Hija perece que llevas aquí la plancha!. Lo malo de todo esto es que después si haces una compra pequeña, ligera, lo vas echando en el bolso, como en él cabe de todo, piensas, pues venga por una cosita más no pasa nada. Lo peor es cuando llega el momento en que te llaman por el móvil, metes la mano, empiezas a revolver por aquí y por allá y no lo encuentras y cuando das con él ¡zas! lo que tienes es una llamada perdida. O sea que has perdido el tiempo y el dinero porque ahora serás tú la que tenga que devolver la llamada. Divertidísimo. Y lo mismo pasa cuando quieres retocarte los labios y no encuentras la barra, o buscar el monedero para pagar en un establecimiento o las llaves cuando estás delante de la puerta de tu casa.

¿Cuantas veces nos ha pasado eso?, se pregunta Celia, pues miles se contesta. Y encima llegas a tu dulce hogar reventada, agotada, con dolor de hombros, de la zona lumbar, cervicales, sin duda por todo aquel peso añadido. Y es entonces cuando Celia se acuerda de aquella señora que pedía un bolso para andar. Esa si que sabe y no acabará jorobada o maltrecha.

2 comentarios:

circe dijo...

Pues es verdad...aún hace poco estuve 36 horas paseando por media ciudad una lata grande anchoas en el bolso porque se me había olvidado sacarlas el dia anterior....Anda que si me llegan a robar el bolso...menuda sorpresa se llevarían...Con lo buenas que están!! -las anchoas,digo-

Mariquilla Terre moto dijo...

No sé por
qué te vas tan lejos, tienes a Mariquilla Terremoto, que no lo lleva por ese mismo problem.....Me encantan y cuanto más grande, más estiloso, pero, a pesar de lo presumida que soy.....Me aguanto. Lo peor es en verano. Pero a ver si encuentro faldas y vestidos glamurosos con sendos bolsillazos....Te contaré.