miércoles, 14 de octubre de 2009

Adiós playa



Hay veces que uno está bloqueado. No se sabe si será el cambio de estación, la llegado del frío, el decir adiós a la playa, que tanto se disfruta al final del verano y principios de otoño, sobre todo si hace bueno. Celia ha aprovechado este año hasta el último instante. ¡Qué delicia estar casi sola tendida en la arena, oyendo las olas del mar, dejándote calentar por el sol que ya empieza a declinar, tomar un baño fresquito pero aún soportable que luego agradeces cuando estás tendida al sol!. Y sobre todo tener un libro entre tus manos y poder disfrutar de su lectura sin que te molesten los chillidos o peleas de los niños o las conversaciones entre mujeres que, si están cerca de ti, te ponen al tanto de todo: desde los trapitos que se han comprado, lo que han puesto para comer ese día, con receta incluida en algunos casos, las disputas de pareja, cotilleos sobre actores, políticos y demás familia.

Celia toma su toalla, la bolsa y todos sus artilugios y se traslada un poco más lejos. Prefiere oír los graznidos de las gaviotas, que están posadas en las rocas al acecho de algún pez que vean en el agua, a las voces de esas cacatúas humanas que no paran de hablar.

Celia se queda mirando el horizonte, esa bahía maravillosa con sus montañas, sus pueblos surcados de casitas, sus playas. Y en medio de ese ensimismamiento surge un barco grande, inmenso, lleno de pasajeros que emprenden un viaje de placer hacia otras tierras. Van en la cubierta, dando el último adiós a esa ciudad que les vio nacer y a la que volverán dentro de unos días. Celia imagina a esos turistas haciendo fotos con sus cámaras a sus mujeres o a sus maridos, tomando como telón de fondo la zona más bonita de la bahía. Y es que en el fondo son como los japoneses, haciendo fotos a diestro y siniestro; y si no es con la máquina para eso están los móviles.

El barco se va alejando haciendo sonar la sirena para avisar a otros barcos más pequeños de que está atravesando el canal de la bahía. Celia rememora aquella vez que se enroló con su marido en un crucero por el Mediterráneo, viviendo una agradable aventura, de la que recuerda sobre todo los increíbles atardeceres. Eran todos diferentes y a cual más espectaculares. ¡Bendita naturaleza!

4 comentarios:

circe dijo...

bendita sea,ves?? y no querer en casa una de esas almas inocentes de dios, llamadas perritos o gatitos?????...vaaaaaaleeeee,que no inswisto más...Ves cómo ",i" playa es mejor que la "vuestra"???

celia dijo...

No insistas Circe. Por muy maravillosos que sean no quiero pasar por la experiencia anterior. ¿crees que me iba a levantar a las ocho de la mañana pasa sacarle a hacer sus necesidades?. Ni de c... vamos

Mariquilla Terremoto dijo...

¡Qué romántica está mi hermanita!. Si señor, tenemos unas de las playas más bonitas del mundo. Todas diferentes. Con bahia, con rocas, con acantilados...
Y enlas épocas que comentas, más lindas todavia.
Lo malo es que el sol no nos suele acompañar demasiado. Pero este año, se alargó el verano y hemos disfrutado como enanas. Lo de los bichos, mejor que nó. Si algún dia te apetece, te presto uno, ¿vale?.

celia dijo...

Mariquilla no nos eches a los turistas, que tú bien morenita que estás todavia, pese a tener un día de sol y otro de sombra, pero eso está bien para que no te salgan manchas en la cara. Ya sabemos que en nuestra tierra septiembre es para los de casa y este año octubre caso hasta mediados. No nos podemos quejar.