martes, 15 de septiembre de 2009

Silencio, por favor





Plan E, Plan E, Plan E, brrrrr……Hartitos están Celia, su marido, y todo el vecindario, que se encuentran con serias dificultades cada vez que quieren salir de su casa. Han de atravesar pequeños puentes metálicos, tablas de madera y eso en el mejor de los casos, porque si se encuentran con esas diminutas piedrecitas o sencillamente arena no digamos cómo acaban los pies. Las mujeres como llevan sandalias en verano se ven obligadas a andar a saltitos o sea alzando los pies, pero no como los canguros, no, sino primero alzando un pie y luego el otro. Y ojo, despacito. Vamos que la estampa es de lo más cómica, aunque no es para reírse pues las personas mayores se las ven y se las desean.

Celia, que vive en una capital de provincias, acaba de llegar a su casa. No puede más, le estalla la cabeza. Su paseo vespertino se ha convertido en una auténtica tortura y nunca mejor dicho. Y todo por culpa de una serie de circunstancias, que, todas juntitas, juntitas, han terminado por sacarla de sus casillas. Para empezar, y ya desde primeras horas de la mañana el ruido ensordecedor de las excavadoras que están poniendo ‘patas arriba’ la ciudad, interrumpe su sueño tranquilo y relajante de la noche. Como estamos en verano y hace calorcito las ventanas tienen que estar abiertas para ventilar y que la casa se mantenga fresquita. Pero claro, el ruido de la maquinaria utilizada por los obreros se mete hasta el rincón más lejano de la casa. Si a eso se une el polvo, el ‘cacao’ ya está organizado. Y Celia se pregunta: ¿el ‘Plan E’ tiene previsto que una vez terminada la obra los obreros hagan una limpieza interior de las casas?. Vamos que sería lo normal por las molestias a que han sometido durante casi cinco meses al vecindario y…lo que queda, pues ya en alguna que otra ocasión han tenido que levantar las baldosas por segunda vez porque no habían soterrado el ‘cable X‘. Lo malo es que después de levantarlo no sabían por donde andaba el dichoso cable. Así, como lo cuento. A eso se llama buena organización. Y Celia vuelve a preguntarse: ¿no hay algún responsable que deba controlar el buen hacer de las cosas para que éstas salgan bien, que vayan más rápidas y ocasionen las menores molestias?.

Dejemos el maravilloso ‘Plan E‘. Celia va a pasear al malecón o zona marítima, donde espera encontrar un poco de paz mirando la bella bahía y se encuentra con la ‘agradable’ sorpresa de que con motivo de celebrarse el Festival del Mar, unos ‘ingenieros’ de la electricidad están instalando altavoces a lo largo de todo el paseo. Para comprobar si las cosas van bien han puesto a todo volumen un CD de alguien que canta no sé qué canción, cuando a ella le apetecería una música algo más tranquila y relajante. Junto al mar y con la puesta de sol ya sería el más maravilloso de los sueños. Pero claro, todo ha quedado en eso, un sueño.

Sigue más adelante y ya llegan a la plaza más céntrica de la ciudad, sus oídos se encuentran con una música ensordecedora, y esta sí que a toda pastilla. Se trata de la presentación de una vuelta ciclista. La parafernalia que se ha montado es de aupa: una gran pantalla de televisión, cámaras, medios de comunicación y más música a tope. No puede más, se va a donde pueda encontrar un poco de paz y silencio.

Silencio. Eso quisiera Celia, poder respirar y oír el silencio. Si, Celia dice que el silencio se respira porque es entonces cuando los sentidos del olfato y del oído se centran en lo que tienes a tu alrededor y el olfato se da cuenta de que existen olores maravillosos, olores tales como a tierra mojada, a pinos, a eucaliptos u otros árboles de la naturaleza. También puede llegar hasta tí el olor del mar, de las marismas en bajamar, el olor de la primavera, del verano, del viento sur; el olor a leña quemada que sale de las chimeneas al atardecer en las casas de las aldeas más recónditas. Celia sueña, quisiera poder hacer realidad esas pequeñas cosas, que no cuestan tanto pero que siempre encuentran algún que otro inconveniente a lo largo del camino.

Y cuando llega a su casa donde espera hallar esa respuesta, de nuevo surge otro obstáculo: el televisor está encendido y el mando ya sabemos en manos de quien. Puntos suspensivos, porque si no está en pantalla el clásico debate sobre temas políticos de actualidad en el que siempre hay voces altisonantes y discordantes, se encuentra con un programa rosa que eso es ya el apaga y vámonos. Siempre los mismos personajes. Brrrrrr. Celia se pregunta ¿y para cuándo mis cedés de música clásica?. ¿Es que no puedo tener mi propio espacio?.

2 comentarios:

circe dijo...

Amos por partes....:
1- no había en todo google una foto más grande????? mira que casi me da un tirón en el dedo dándole a la ruedecita para ver dónde empezaba el texto...
2-Que se vá usted al Malecón???...a qué...a encontrar silencio.....bien calladito se lo tenía,eh??....ahora escapandose a Cuba...
3- donde hay que apuntarse para que vengan los obreros a limpiar la casa???...si es sólo por saber....
4-No crees que es un poco tarde ya para independizarse...mira...eso sí, tu compras un cabañuca en medio de la nada y yo te la reformo...Pa´los fines de semana...Te vas a hartar de música clásica,olores,silencios y bichos....Eso sí, con piscina para cuando vayamos todos

celia dijo...

Menos guasita Circe. Para complacerte he cambiado el maravilloso paqisaje. Es bonito ¿eh?.
En cuanto a lo de la limpieza, creo que ZP va a crear un nuevo fondo para dar trabajo ahora a los de la limpieza, ya que no todos los beneficiados van a ser los de la construcción.
El último punto ya se estudiará y en ese caso quedas invitada.