martes, 22 de septiembre de 2009

Al rico masaje




Celia ha decidido acudir a un ‘spa’ para recibir un maravilloso masaje en todo el body con el fin de reducir la tensión que día a día iba acumulando su cuerpo. Desde que estuvo en Tailandia no había vuelto a darse ningún masaje, pues la verdad es que aquella experiencia no fue tan gratificante como pensaba. Igual es que no estaba tan relajada como el momento lo requería, sobre todo teniendo en cuenta la gordura de aquella señora que abierta de patas se puso muy delicadamente encima de ella.

La verdad es que en esta ocasión la decoración, el ambiente, la música, las velas y el olor del incienso la trasladaron al mundo oriental nada más entrar en el local, donde unas señoritas, también orientales, están dispuestas a hacer lo que el cliente pida. Entre la variedad de masajes, Celia escogió el ‘Oriental herbal ball’. No sabía lo que era, pero le habían dicho que estaba muy bien. Nada más entrar en la habitación vio que sobre una mesita hervían unas bolas de hierbas comprimidas. En ese momento, Celia quiso echar a correr; no sabía si era peor quedarse en pelotas sobre la mesa o el masaje que le iban a dar con aquellas bolas calentadas a los 100º centígrados nada menos, pues el agua borboteaba que daba gusto. De pronto le entró el pánico: ¿me quedo, me voy o cambio de tratamiento?. Al final decidió probar el que había escogido.

La primera impresión fue en una de las piernas. Celia dio un respingo por lo caliente que estaba aquella bolita de las narices, pero luego se dejó hacer y pensó que aquellos fantásticos masajes con aceites y esencias aromáticas sabían a gloria pura. Por ello, resistió la presión de las bolas, cuya primera aplicación te hacía dar un saltito en la cama.

Cuando acabó toda la sesión y antes de ser invitada un estupendo té con un ligero sabor a jazmín, Celia quiso entrar en el aseo y cual no fue su sorpresa al ver que toda estancia era acristalada. ¿Qué es esto? se decía; pero si estoy viendo a la chica que me ha dado el masaje y a esa otra que va acompañando a un señor. ¿Cómo me voy a bajar los pantalones?, se preguntaba Celia, que no sabía que nadie podría ver su compungida cara. Bien es cierto, que resultaba un tanto incómodo que sintieras como si tu intimidad fuese violada, aunque en realidad no hay nada de nada. Trató de hacer las cosas con presteza, pues tenía la impresión de que todas las miradas estaban fijas en ella y salió de allí lo más aprisa que le permitieron sus pies. ¡Las necesidades fisiológicas en mi casa!, afirmó.

4 comentarios:

circe dijo...

Hija...eso de "unas señoritas, también orientales, están dispuestas a hacer lo que el cliente pida."....y en estos tiempos....cualquiera que te lea va a pensar que nos metimos en un Club de carretera...No, no, no...todo muy fino y muy decente!!! jajjaja....No has contado cómo salimos de allí....Como zombies!!!....

Mariquilla Terremoto dijo...

Eso de zombies me suena. Un pajarito que os vió , me comentó que pareciais volar....
Para mi,que también fuí,resultó una experiencia de lo más chuli. Hay que repetir cdn otro diferente y también con baño. Por ej. "el baño oriental mandi susu",que suena muy bien.Bueno hasta la próxima.

celia dijo...

Que mal pensada eres Circe. Te perdono aunque tienes algo de razón. Lo más maravilloso es lo relajadita que sales por lo que espero repetir pronto la experiencia. ?Te animas a seguirme?

celia dijo...

Cuidado Mariquilla Terremoto que te veo venir. La verdad es que no me veo sumergida hasta el cuello en una bañera llenita de leche de burra, de vaca o de lo que sea. Ese día los ganaderos tendrán que hacer horas extraordinarias y tirar a base de bien de la tetilla de las vacas para que puedas darte ese gusto. ¿Has pensado en cómo oleras luego?. Primero pasa tú y luego me cuentas.