viernes, 3 de diciembre de 2010

Días de lluvia


No hay peor cosa que caminar por las calles durante un día de lluvia. Es como ir en un coche, a velocidad de tortuga y, como si de un vehículo se tratara, encima tienes que estar pendiente de los que vienen de frente. Tela marinera. Te acechan por un lado y por otro, tienes que irles sorteando, meneando el paraguas arriba, abajo, hacia medio lado. Vamos que entre unas cosas y otras acabas caladita con el trajín del dichoso paraguas. ¿Y cómo acaba la muñeca?.

¿De qué te ha servido el paraguas?. Echas pestes de la dichosa lluvia y al final te preguntas cómo puede haber personas a quienes les guste esos días grises y de lluvia. Claro que todo se explica si estas detrás de una ventana. Así es como sorprendió Celia a una de sus nietas, quien arrodillada en una silla observaba tras los cristales cómo caía al agua. No oyó los pasos de su abuela; estaba tan ensimismada y concentrada que no veía ni oía más allá del caer de las gotas de agua intermitentemente.

No es el caso de Celia, pese a que tiene por costumbre dar su paseo cotidiano haga como haga; pero lo de los paraguas ya es otro cantar. Encima, durante la transformación de algunas calles se han plantado una especie de árboles muy monos, sí, porque les puedes podar adoptando ciertas formas caprichosas bien redondas o cuadradas. Pero he aquí que sus ramas son bajas y muchas veces te das cada leñazo con el paraguas que peligra la salud de este último y no tanto la del arbolito en cuestión.

Celia camina por la acera, no es ancha y por ello tiene que estar pendiente de los que vienen de frente. Instintivamente ella sube el paraguas, pero los otros también han tenido esa ocurrencia y ahí que se produce el primer tortazo paragüeríl (vaya palabreja que ha salido). Sigue andando, ahora con más cuidado de los peatones y entonces para que no haya un encontronazo como el anterior, echa el paraguas hacia su derecha y entonces se armó la de San Quintín, porque daba la casualidad de que en ese momento alguien que no llevaba bocina estaba intentando adelantarla. Como consecuencia, todo el agua del paraguas cae en la cabeza del susodicho transeunte a quien oye despotricar: ¡Señora tenga cuidado! (bueno eso es lo más fino que dijo).
-Pero qué culpa tengo yo. ¿Y usted por qué no ha tocado el claxon? Y además me estaba adelantando por la derecha, añade Celia, quien ya se empieza a cabrear e inventar un código de circulación de peatones en días de lluvia y con paraguas.

Parece que no, pero el tema da para hablar y mucho: luego están los choques frontales. Se suelen producir cuando hace viento y llevas el paraguas muy bajo para que el agua no moje la parte frontal de tu abrigo o cualquier prenda que lleves puesta. Y es entonces cuando se produce la catástrofe. Si logras que el paraguas salga indemne ya has conseguido unos cuantos puntos; de lo contrario lo mejor es dirigirse a la papelera más cercana y depositar allí las cuatro varillas que han quedado desvencijadas. Sin duda son los estragos de la lluvia y si a este fenómeno tan incómodo sumamos el viento entonces los comerciantes harán el negocio con la venta de más paraguas.

4 comentarios:

circe dijo...

qué me vas a contar: sufridora de tus paraguas, que me llevas doblada cual "Jorabada de Notredam" porque cada vez que te despistas, vas bajando el brazo, vas bajando, vas bajando...y de pronto me sorprendo, en posición de 90 grados, y saliendo un bulto sospechoso del paraguas que viene a ser...mi cabeza!!!.Y por cierto, no te quejes tanto que tú eres de las que, teniendo paraguas, intentas chupar cornisas...

Chus dijo...

Lo peor lo peor lo peor de cualquier día de lluvia, es pasar por zona de coles, con niños meneando paragüitas y madres aferradas a sus paragüazos.

celia dijo...

Circe ese Notredam me ha encantado, como se nota que ibas por inglés. En fin no se puede abarcar todo. Quéjate después de lo que has chupado tú de mi paraguas.

celia dijo...

Qué razón tienes Chus. Además cualquiera les tose con esos paraguas con forma de seta, de conejos y un largo etc. Lo mal es cuando te meten las varillas por la cintura.