sábado, 16 de octubre de 2010

Al rojo vivo


Maridito, maridito mío, he visto un vestido rojo precioso. Me queda como un guante, me hace una figura que guau…. Vas a quedar impresionado, dice Celia con su voz más melosa y cautivadora, que quiere aprovechar su onomástica para sacarle un regalo a su cónyuge.
- Tú de rojo, a tu edad, no me parece lo más apropiado, contesta.
Aquella respuesta le cae a Celia como un jarro de agua fría. Chiquillo, dice, pero si acabo de entrar como quien dice en la década de los sesenta!. Quieres que vaya siempre de negro o de gris como nos marca desde hace ya años la moda femenina?.

Y entonces viene la consabida pregunta: ¿cómo es el vestido?.
-Hijo ya te lo dicho; es rojo, ceñidito al cuerpo, manga hasta el antebrazo y el cuello es tan cerrado y discreto que no te deja ver ni el hoyuelo de la garganta. No te preocupes que no tiene nada que ver con el que llevaba Julia Roberts. Al final el marido cede.

Es entonces cuando a Celia le viene a la memoria aquel episodio que hace unos años ocurrió entre su madre y una hermana suya o sea su tía, cuando la segunda planteó a la primera que le apetecería comprarse un traje de chaqueta rojo para el verano. Por aquel entonces ambas hermanas eran ya octogenarias, pero la verdad es que estaban de muy buen ver, siempre iban muy arregladitas, pintadas discretamente los labios y bien peinadas. Vamos dos pimpollos.
Al igual que su marido, la madre de Celia la contestó que adónde iba ella vestida de rojo. Todo era por la edad. La historia de antes se repetía. Desilusionada y compungida hizo caso a su hermana y se quedó sin su traje rojo como pretendía.

Pero la cosa no acaba ahí, ya que al verano siguiente la madre de Celia se compró un traje de chaqueta de verano rojo, rojo con el que estaba súper favorecida pues todos sabemos que ese color va bien a todo el mundo. El caso es que cuando la tía de Celia vio a su hermana de rojo se quedó casi sin habla, no daba crédito a lo que estaba viendo.
- Tú me lo prohibiste y ahora me vienes con estas?. Ni corta ni perezosa y pese a sus más de ochenta y cinco años le cayó otro traje rojo.
¿A quién se parecerá Celia?.

4 comentarios:

Chus dijo...

Pues espero que para resarcirse, Celia se compre el vestido rojo, pero el del escote generoso. Y unos buenos zapatos de tacón (si le gustan los tacones)

circe dijo...

uf!! tacones dice!!!...jajajaj...Conclusión: como la edad sólo se lleva en el DNI, si el espíritu y el cuerpo te pide un vestido rojo....pues a por ello...Que ya sabemos la importancia de los colores en el énimo: "colorterapia". Mientras no acabes...perdón, mientras Celia no acabe comprandose la ropa en el Berska cual adolescente granínica y poniendose falsas imposibles...

celia dijo...

Está ya hecho, Chus, perpo lo de los tacones va a ser un poco más difícil por aquello de la edad. Nos quedaremos con uno mediano y como la figura no la tengo mal (no tengo abuela) pues daré una imagen estupenda.

celia dijo...

Después de un pequeño pulso, que la verdad fue mínimo, el rojo brilló en mi body. Lo de los tacones es ya otra cosa, pero no te preocupes que no me pondré botas hasta medio muslo, zapatos de plataforma ni demás adornos estrafalarios. No me tientes Circe que igual un día aparezco con una faldita de esas que están llenas de volantitos.