lunes, 10 de mayo de 2010

Bollos preñados y otras cosas



Ella miraba atónita aquellas dos figuritas de cristal con forma de pirámide, de las que emanaban unas luces tornasoladas; en el fondo aparecía su signo zodiacal. Todo un detalle. Se trataba del regalo de cumpleaños de su chico. “No me lo puedo creer“, decía para sí, tras imaginarse que el maravilloso obsequio prometido se había convertido en algo tan simple como aquellas dos figuras que seguramente había adquirido en CC (Cadena Cien).

-Ya sé que estamos en crisis, manifestaba Pochola a su amiga Gertrudis, ¿pero es que no tiene imaginación?. Aunque sea un ramo de flores, unos bombones.
-Pues va ser que no, apuntó Gertrudis, no sin antes echar una carcajada al tiempo que espetaba ese dicho de que ‘todos los hombres son iguales‘.

Y es que Pochola es una romántica de tomo y lomo. Le gustan los detalles, las sorpresas, soplar las velitas y siempre mantiene la ilusión de que algo nuevo y maravilloso va a caerla en uno de los días más señalados de su vida. Y ahí es donde peca de ingenua.
Ella siempre se ha desvivido por dar a su chico toda clase de atenciones en su día. Si no tiene una tarta que ofrecer, se las apaña para comprar unas ricas magdalenas sobre las que luego pinchará unas lindas velas, lógicamente con número pues si no no cabrían. También procura que una flor adorne la mesa durante el desayuno. Y también habrá un maravilloso paquete con el regalo correspondiente.

Él, sin embargo, se ha olvidado de la flor, de las magdalenas y de las velas que, a última hora y cuando ha visto la cara de mal humor de su mujercita, no le ha quedado más remedio que bajar a la panadería más próxima. ¿Y saben lo que se le ha ocurrido comprar? Nada más y nada menos que dos ‘bollos preñados‘. Si esos que están rellenos de choricillo por dentro y que cuando hincas el diente rezuma un juguillo rico, rico. Vamos que imaginación no le faltó.

-Y no puso las velas?, dice su amiga Gertrudis.
-Por supuesto; lo que pasa es que como eran de las tiendas de los chinos o de la CC, al poco de encenderlas empezaron a deshacerse y expandirse sobre los bollos preñados dando la impresión de que habías echado azúcar glass.
-Bueno, ¿y qué te regaló?.
-Pues las dos pirámides de Egipto, aunque me ha dicho que el regalo de verdad llegará en breve.
-¿Cuándo?
-En breve, mujer. No seas mala y ten ‘confianza‘.
-¿Con-qué? Te digo yo.

2 comentarios:

circe dijo...

jajajajajjajajajajjajjaja
jajajjajajajja
buenísisisisismoooo,,,,,amos!! el colmo del romanticismo: unas piramides con tu signo zodiacal (???) y un bollo preñao????? jajajajjajaja....
es que sólo imaginarme la cara de la Gertru o la Pochola -no me ha quedado claro los nombre- ya me parto.....Muy bueno.
Conclusión....todos los hombre (bueno....alguno hay,,,jajajajaj) son iguales....

celia dijo...

Y que lo digas, igualicos, igualicos. Sólo saco en conclusión de que en la variación está el gusto y los bollos preñados no tienen nada que endiar a los dulces. Rico, rico.