martes, 26 de enero de 2010

Recuerdo a una amiga



¡Qué bonitas y entrañables las estrofas de esa canción que reza:
“Cuando un amigo se va
algo se muere en el alma”.
Cuando un amigo se va
va dejando una huella
que no se puede borrar”.

Celia acaba de perder a una gran amiga, compañera de facultad en la universidad. Era la mayor de las ocho que formaban la pandilla, chilena para más señas. Una gran mujer, siempre sonriendo y con el espíritu abierto a los demás. Muchas han sido las vivencias maravillosas que recuerda de aquella etapa de idas y venidas a la facultad con los libros bajo el brazo, de noches de tertulias en su habitación, de cuchicheos sobre aquel o el otro chico que nos traía a todas de cabeza, de las sesiones de cine con el paquete de almendras garrapiñadas o las excursiones de fin de semana a los lugares más pintorescos de la región.

Todo aquello pasó hace tiempo. Fueron sin duda unos años muy especiales de nuestra juventud. Desde entonces, y aunque separadas, siempre han mantenido el contacto y la amistad, al menos con Carmen, que era el centro de atención de todas. Ella eligió quedarse en España, aquí se asentó, compaginando su trabajo con una de sus aficiones favoritas: viajar. Había recorrido muchos lugares del mundo y en algunos de ellos tenía amigas, por lo que nunca estaba sola en las fiestas de Navidad.

Cuánto hay de cierto en ese verso que reza “que cuando un amigo se va algo se muere en el alma” y cuánto hay también de cierto en que “dejará una huella que nunca se podrá borrar“. Me gustaría haberla retenido a mi lado, que no se fuera tan pronto, pero una enfermedad irreversible, que afectó a su cerebro, la dejó incapacitada durante dos años y luego acabó con su vida, pese a todos los esfuerzos que se hicieron por salvarla.

De nada sirvió la mano del hombre por sacarla de aquella situación. Hubo altibajos, pero al final pudo más la enfermedad. Su sentencia de muerte ya estaba firmada desde hacía tiempo.

Hay una última estrofa que dice:
“El amigo que se va
Es como un pozo sin fondo
Que no se vuelve a llenar”

A ella este recuerdo. Celia dice que es insustituible, era alguien muy especial.

2 comentarios:

circe dijo...

y ella estará tan contenta viendo esto que has escrito y acordandose de esas tertulias nocturnas...Lo que no cuentas es lo del coñac para entrar en calor en esas noches de invierno.....o el atracón de higos que os fuisteis las dos de baretas (hija ni ne lo hubiera vivido yo).Lo bueno es que siempre la podrás retener en la memoria

celia dijo...

Pero bueno vaya memoria que tienes. Lo de los higos fue mundial. Imagínate una higuera inmensa, como jamás había visto para nosotras solitas y en pleno campo de la provincia de Huelva. Vaya atracones que nos dabamos todas las tardes hasta que...nuestro intestino dijo: de hoy no pasa. Y claro hubo que interrumpir. Lo del coñac es para otra ocasión, ja, ja.