sábado, 9 de enero de 2010

Cómo son los niños


Cuántas experiencias y anécdotas ha recopilado Celia en su memoria de sus nietos durante estas fiestas. Sólo las dos mayores son conocedoras de la auténtica realidad. Los cuatro restantes, todos niños, gozan de la inocencia más maravillosa, que tan buenos ratos proporcionan a sus padres y abuelos, pero sobre todo a estos últimos que viven ya la segunda etapa de su vida, por no decir la tercera, con un amplio bagaje sobre sus espaldas y por ello saben disfrutar de estos momentos. Celia es feliz oyéndoles pese a que a Hugo se le escape alguna que otra vez que ‘su abuela es una petarda‘. Su abuela le ríe la gracia, medio en broma y medio en serio, y él aprovecha la ocasión para poner cara de pillo a sabiendas de que lo que la está diciendo no es del todo correcto. Sin embargo, es un niño que no consiente que nadie pronuncie un taco, por lo que deberá ser sancionado con tres palabras bonitas.

Celia recuerda todavía la primera vez que tuvo que pronunciar las famosas tres palabras por haber dicho ‘córcholis’, lo que le debió sonar a cosa terrible, y entre ellas escogió la de ‘libélula‘ para sancionar su castigo. El niño se quedó como extasiado. Le debió parecer la palabra más bonita y sublime que había oído en mucho tiempo. Me hizo pronunciarla una y otra vez hasta que fue capaz con sus cuatro años de decir aquella palabra. Luego tuve que explicarle lo que era una libélula, claro.

La espontaneidad que tienen los niños al referirse a algunos hechos tienen verdadera gracia, sobre todo cuando aún prima la inocencia. Recuerda Celia que un día estando en la cocina había sacado del puchero un trozo de carne, debidamente atado. Hugo abrió los ojos como platos y dirigiéndose a su madre la dijo: “mamá, la abuela está cortando el brazo de Spiderman”.

Otro de los nietos de Celia, Luis, es un personaje muy peculiar: es alegre, cariñoso con todo el mundo, además es forofo del Real Madrid y tiene otras muchas cualidades que no vienen ahora a cuento. Hablando de la educación, contaba su madre cómo este ‘enano’ de siete años hacía alarde de su galantería con las señoras a quienes dejaba pasar cuando se encontraba con ellas en la puerta de una cafetería o cualquier otro establecimiento. Un día jugando con sus padres y hermana a eso de, y digo ‘eso’ porque ni tan siquiera es un juego, ‘el último que llegue es tonto’, todos emprendieron la carrera pero de pronto se dio cuenta de que su madre era la última. Para no quedar mal se paró en secó y dirigiéndose a ella la dijo: “pasa tú, mamá”. Increíble.

3 comentarios:

circe dijo...

agüelaaaa!!!! séquese las babas que luego me encuentro el teclado....fino!!!....Y mil cosas más quehan tenido...la pena es no apuntarlas al momento....y que luego se olvidan...pero muy divertido...besos

celia dijo...

Menos cachondeo Circe. Te contrato de secretaria para que vayas anotando todo eso que tú y yo sabemos y que sin duda es la sal de la vida.

Mariquilla Terremoto dijo...

Agüela no ,aaaaaaaaaaaaaaaaaaagüelaza. Pero eso nos pasa a todas. Estamos chochas con los nietos. Si no que me lo digan a mí, que los sábados o domingos me recorro los polideportivos, como hincha del equipo de mi nieto. Y menuda seguidora que tiene...Acabo ronca.